martes, enero 20, 2009

NORMAS Y LÍMITES



A la hora de abordar este tema, hay que partir de una idea clara: no hay recetas infantiles que den solución a las múltiples situaciones con las que nos podemos encontrar. Cada niño/a es un mundo (“yo soy yo y mis circunstancias”), y en cada uno influyen variables muy diferentes para que tengan un comportamiento determinado: su carácter, sus costumbres, su dinámica familiar, los momentos en que se desencadena la situación conflictiva, las consecuencias de su acción, etc.

Reflexionemos sobre la situación de marcar normas y límites no solamente para que los hijos y las hijas sean obedientes, y de esta manera facilitar la convivencia familiar, sino también porque estas tienen un claro sentido educativo que les van a ir ayudando a crecer y a madurar.

Las normas se convierten en fuente de aprendizaje y facilitan el desarrollo de la autonomía, la responsabilidad y el sentido crítico.

Sin embargo a la hora de establecer los límites, no suelen surgir muchas dudas: ¿cuantas normas debo poner?, ¿es conveniente poner muchas o es mejor que sean pocas?, ¿debo castigar el incumplimiento de las mismas?, ¿cuánto tiempo tengo que esperar a que obedezcan antes de que cumplan las consecuencias?...

Si bien no hay no recetas ni soluciones que den respuestas a estas cuestiones, si veremos algunos criterios que podemos tener en cuenta cuando queramos trasmitir normas.

NO PONER MUCHAS NORMAS, SOLAMENTE LAS IMPRESCINDIBLES
De todas las cosas que nos gustaría que nuestros hijos e hijas hiciesen, tendremos que priorizar aquellas que nos parezcan fundamentales; y cuando observemos que están asumidos, nos centraremos en otras.
Si ponemos muchas normas, se puede correr el riesgo de que nos quedemos sin tiempo para hacerlas cumplir todas.


CLARIDAD
Expresarlas con lenguaje sencillo, que se entiendan con facilidad, siendo concretos y especificando exactamente lo que se espera de ellos, y preferiblemente hacerlo delante del niño/a, mirándole a la cara, no a gritos desde la cocina, asegurándonos de que ha escuchado y entendido.

QUE SEAN RAZONABLES
Adecuadas a la edad del hijo/a, que tenga a su alcance los recursos suficientes para llevarlas a cabo y tiempo suficiente para cumplirlas.

NEGOCIADAS
Cuando los niños y niñas sean pequeños será conveniente que las normas estén marcadas por los padres y madres, ya que todavía no tienen capacidad suficiente para poder hacerlo ellos mismos.

COHERENTES

No suele resultar efectivo decir una cosa y hacer otra diferente y, como todos sabemos, el ejemplo es el mejor criterio educativo.
También tendremos que tener en cuenta que las normas deberán ser consensuadas por los dos miembros de la pareja, para evitar manipulaciones por parte de los hijos e hijas.


CONSTANCIA
Si decidimos poner en práctica una pauta educativa concreta y esperar que ésta sea efectiva, tendremos que mantenerla y no cambiarla continuamente dependiendo, por ejemplo, de nuestro estado de ánimo o del esfuerzo que suponga o del tiempo que se tenga.

Cada niño/a es único e irrepetible, por ello no puede tratar a todos por igual, pero cualquier niño/a precisa unos límites, unas normas, unas pautas y unas reglas que lo ayuden a conseguir la estabilidad, la tranquilidad y la seguridad necesaria en su paso por las etapas cruciales de su desarrollo como persona.






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